Lo ocurrido con la regidora Karina Oré Luna es una bofetada al pueblo de Cañete. No asistió a la sesión de concejo de fecha 28 de enero de 2025, pero sí cobró la dieta que no le correspondía. Un acto que desnuda a nuestra política local, por la indiferencia y el aprovechamiento del dinero público.

No se trata solo de una falta administrativa. Se trata de una falta de respeto al pueblo que confió en ella. Porque mientras miles de cañetanos luchan por sobrevivir en medio de la crisis, una autoridad cobra sin trabajar, sin cumplir su rol de fiscalizar y representar a la población.

Y no olvidemos: hablamos de la misma regidora cuestionada por sus vínculos con la empresa KEDA, que dejó sin agua a miles de familias y ella intercedió a través de su investidura como autoridad provincial ante una población enardecida a fin que de tregua a la empresa abusadora; sin olvidar que conjuntamente con su comisión de Obras de la MPC aprobó el Informe para que se autorice los Planeamientos Integrales de esa empresa. En la misma línea de la noticia, informamos también solicitó por OFICIO se apruebe la ZONIFICACIÓN INDUSTRIAL en las miles de hectáreas adyacentes a la ubicación de KEDA sin haber realizado una consulta previa popular a su informe permisivo; es que no olvidemos que ahora esa empresa privada es su centro de trabajo y defiende, sin importarle la el gran golpe que le genera a los miles de hombres y mujeres de los pueblos, caseríos y comunidades que confiaron en ella. Una doble traición al pueblo: primero por no defenderlo, luego por seguir cobrando como si nada.

En efecto, la corrupción no siempre se pinta de grandes robos o millonarios contratos. A veces se disfraza de indiferencia, ausencias y cobros indebidos. Y si la población calla, seguirá repitiéndose.

El pueblo de Cañete debe exigir rendición de cuentas. Porque quien cobra sin trabajar, no merece seguir representándonos.