La carrera por el sillón del Gobierno Regional de Lima ha encendido las alarmas en la política local. Cuatro prominentes figuras municipales, con ambiciones que superan con creces sus actuales despachos, se alistan para un enfrentamiento que promete ser épico.

El duelo se centra en cuatro nombres con claras trayectorias definidas. Juan Álvarez, el experimentado burgomaestre de Chancay y representante del partido Aprista, busca capitalizar la histórica base de su partido en la región.

Por su parte, Tony Alcántara de Cañete, con la bandera de Podemos Perú, apunta a consolidar un bloque sureño con una plataforma de renovación, aunque en los últimos meses ha cometido varios errores políticos.

El norte también tiene un contendiente fuerte: Santiago Cano de Huaura, vinculado a las filas del fujimorismo, intentará demostrar la vigencia de su movimiento en el ámbito regional, aunque ya suena que la Señora K le pasará factura.

La ecuación se completa con la figura de Luis Ueno de Barranca, cuya candidatura por el partido de la ‘A’ de Acuña, se percibe como una apuesta de continuidad. Ueno es señalado como el “engreído” y el candidato natural impulsado por la actual gobernadora, Rosa Vásquez.

Lo que está en juego:

Lo que realmente está en juego, hasta hoy, son las profundas ambiciones de cada aspirante.

Los analistas coinciden en que la motivación primaria de estos alcaldes va más allá del servicio público: se trata de una sed por el poder regional que les permitiría controlar presupuestos significativos, influir en grandes proyectos de infraestructura y, en última instancia, saciar sus propios intereses o los de los grupos de poder que los respaldan. La sombra de la duda recae sobre si sus planes priorizarán las necesidades reales de la población.

Con la mira puesta en las urnas, la campaña se perfila como un choque de trenes donde las alianzas serán tan volátiles como los ataques.

Los ciudadanos de las nueve provincias de Lima Región observarán atentamente un proceso que definirá su destino, esperando que, en medio de la contienda por el poder, emerja una visión de desarrollo que trascienda las legítimas, pero a menudo egoístas, ambiciones de sus principales contendientes.