La figura del regidor en un concejo municipal no es decorativa: su rol es fiscalizar, proponer ordenanzas y velar por el interés ciudadano. Sin embargo, en Cañete, la población se pregunta con justa razón: ¿qué están haciendo nuestros regidores?
Desde que asumieron funciones, poco o nada se conoce de su trabajo real. No han promovido leyes locales de impacto, no han fiscalizado con firmeza las decisiones del alcalde ni de la gestión municipal, y tampoco han levantado la voz frente a los evidentes problemas que aquejan a la provincia: inseguridad ciudadana, abandono de obras, deficiencias en los servicios públicos, pérdida del patrimonio y cuestionados convenios.
La ausencia de fiscalización es grave. Un regidor que calla frente a los abusos, es cómplice. Su silencio los convierte en espectadores de una gestión que debería ser vigilada con lupa.
Mientras tanto, las sesiones de concejo se reducen a formalidades, sin debate, sin propuestas de fondo y sin la defensa del vecino cañetano.
La ciudadanía no eligió regidores para que sean “levantamanos” ni para que cobren un sueldo mensual sin demostrar resultados. Los eligió para que sean la voz del pueblo, guardianes del presupuesto municipal y generadores de normativas que mejoren la vida de todos.
Hoy, la pregunta que queda en el aire es incómoda pero necesaria:
¿De qué lado están nuestros regidores?... ¿Del lado del pueblo que los eligió, o del poder que prefieren no incomodar?... Tú que piensas... Estás de acuerdo con su trabajo.?
