MODALIDADES DE LUCHA EN LOS SIGLOS XVII, XVIII Y XIX: “VAGABUNDAJE, CIMARRONISMO Y BANDOLERISMO” EN CAÑETE
Por Administrador
Publicado en 10/06/2025 09:59
NOVEDADES

ASPECTOS CONCEPTUALES

El Perú tiene un tránsito histórico por más de cuatro siglos, pero sus problemas no han sido resueltos, se está por creer que estos son irresolutos. El sistema en las modalidades practicadas por el poder en el Coloniaje español y la República, siempre desdeñó al pueblo, reprimiéndolo y solo lo usó y lo usa como instrumento para amasar las fortunas de los grupos de poder y las mafias que tienen una larga data en el Perú, y que nunca permitieron los reclamos y las protestas de los humildes y explotados. Las rebeldías siempre fueron apagadas a “sangre y fuego”, los castigos y las penalidades fueron y son horrendas, las torturas, las muertes, las prisiones, el temor, los psicosociales, etc., han sido métodos utilizados por los que detentan el poder político y económico; la mentira fue y es una forma de engañar y dividir al pueblo para así gobernar. Frente a esta premisa, es tiempo de actuar y se debe empezar a escribir la Historia de los pueblos y reescribir la Historia oficial; es por ello, que en el plano regional y/o provincial se está iniciando esa tarea, descubriendo aquellas modalidades de protestas y acciones, que por ejemplo ha sucedido en Cañete.

“CIMARRONAJE”.- Particularmente durante el Coloniaje, surgió este fenómeno social; fue practicado por los esclavos que huían de las dilatadas haciendas en las que eran explotados, para refugiarse en los montes de los ríos y otros lugares, en donde se organizaban en palenques, desarrollando actividades hortícolas, fabricando carbón y vendiéndolo, cortando leña para negociarla; y también para provisionarse de productos alimenticios, vestidos, licores, etc. pactaron con “Yndios”, “Mestizos”, etc., para asaltar a los transeúntes en los caminos.

“VAGABUNDAJE”.- Históricamente los grupos de poder adoptaron el término, con la finalidad de estigmatizar al desocupado, al explotado que reclamaban un lugar en la sociedad, sobre todo igualdad, independencia y mejor distribución de la riqueza.

“BANDOLERISMO.- Fue un fenómeno social que surgió en el Siglo XVII, ahondándose en los Siglos XVIII y XIX; ello no solo ocurrió en el Perú Colonial y Republicano, sino en toda América española. Los “bandoleros” no solo fueron esclavos huidos de sus amos, sino también de otros estamentos sociales marginados y excluidos de la sociedad Virreynal y de los inicios de la República.

Fueron estas tres modalidades de lucha (1) combatidas por el opresor militarmente, con castigos infamantes, reclusión en cárceles, con aplicación de pena de muerte para escarmiento de muchos; “Vagabundaje”, “Cimarronismo” y “bandolerismo”, fueron denominaciones que se utilizaron para calificar a los rebeldes de sus tiempos, que con el devenir del tiempo dichos términos fueron reemplazados por los de “guerrilleros”, “terroristas”, “caviares”, etc. Siempre en el curso de la Historia, el poder ha estigmatizado a aquellos que buscan la independencia de los pueblos, la libertad, la igualdad y vivir en democracia. Sin embargo, el poder económico y político ha ocasionado el descontento social, con la sola finalidad de defender y asegurar sus intereses. Así, cuando ocurrió la Revolución Francesa en 1789, se proclamó la liberté, igualité y confraternité para todos los hombres y los ciudadanos; dicha Revolución burguesa caló profundamente en los descontentos surgidos en las colonias españolas, pero esa influencia también se vio muy marcada en el movimiento insurreccional de Haití (S. XIX) Colonia Francesa, revolución que fue liderada en el primer tramo por Toussaint Louverture y culminada por Jacques S. Dessalines y Henrri Cristphe Petión, pero fue duramente combatida por la Alianza pactada entre Francia e Inglaterra(2); pero, finalmente Haití proclamó su independencia el 01 de enero de 1804.

En el Perú Virreynal, fue muy marcada la influencia y participación de Inglaterra en los descontentos sociales, sobre todo en las grandes rebeliones de aborígenes de los Siglos XVII y XVIII; también en las sublevaciones de esclavos negros en las haciendas de San Jacinto, San José y Motocachi (Nepeña), en los años 1768, 1779 y 1786, que no tuvieron la organización debida, se “voceaba” por ejemplo en San José sobre la “Toma de la Habana (Cuba) por los ingleses en 1779”, se “decía” a los esclavos el “inglés ya ganó la Habana”, en los eventos en dichas haciendas fueron liderados por Gaspar Congo, Estanislao Criollo, Felipe Criollo, entre otros rebeldes.

“CIMARRONISMO” “VAGABUNDAJE” Y “BANDOLERISMO” EN CAÑETE VIRREYNAL E INICIOS DE LA REPÚBLICA.

“CIMARRONISMO”.- Los cimarrones fueron los esclavos que huían de las haciendas y de sus amos, para vivir en libertad en los montes de las riberas de los ríos, bosques, selvas y quebradas, lugares en los que construían sus viviendas llamadas Palenques en Perú y Quilombos en Brasil; fue un fenómeno sociológico que tuvo su presencia en casi toda América española. En el Perú el cimarronaje fue una forma de lucha de liberación que ejercitó el esclavo; el cimarrón vivió en los montes dedicándose a la horticultura, a la preparación del carbón vegetal y al corte de leña; igualmente complementaban dichas actividades con el asalto y robo a los arrieros que viajaban por los caminos llevando sus mercaderías a las ciudades. Fueron muchos los “Palenques” que hubo en el Perú y Cañete Virreynal; y se tiene algunos datos de que “los cimarrones entraron en entendimiento con los corsarios ingleses y holandeses”.

El monte del Valle de Mala fue propicio para que los esclavos huidos lo buscaran como refugio a su descontento; otros puntos de la Costa como Lima, Ica, Pisco, Lambayeque, etc., fueron también refugios de muchos cimarrones. Particularmente en el Monte de Bujama (Mala), los esclavos huidos organizaron sus “palenques” y vivían de lo que obtenían por cortar leña, hacer carbón, de sus huertos, de “arar las tierras de los Yndios yanaconas”, del producto de los asaltos, “robaban en las haciendas las vacas para mantenerse”, “manejaban armas de fuego en sus actividades delictivas”; por la presencia de cimarrones en los montes de Bujama, los hacendados de la Rinconada, Aymaraes y Tutumo, Lumbreras y Bujamilla, Bujama y Salitre, Huarangal, la Escala y Laguna, etc., vivieron con temor y en zozobra permanente. Pero, debe recordarse que el primer “palenque” que se “formó en Mala fue en 1632 entre Mala y Calango”, el que fue “asaltado” por el corregidor de Cañete en forma sorpresiva, pero los 18 cimarrones que había en él, escaparon (Del Busto Duthurburu, José. Breve Histórica de los Negros en el Perú. Lima, 2014; pp. 38 y 39).

En la documentación revisada se puede constatar que tanto de Bujama como del Guarangal, salían cimarrones a vender sus objetos robados, como también el producto de sus trabajos a los transeúntes o a los pueblos cercanos. El Jefe del Palenque de Bujama era Antonio Bravo y le secundaba Pascual Baylón “natural de Lambayeque buen cantor de yaravíes”: figuraban también entre los líderes, camilo caporal de “Gualcará”, Rafael “Palitrica” de Ica (4). El crecido número de cimarrones en el Valle de Mala en el Siglo XVIII alarmó a las autoridades virreynales; y para el Siglo XIX (1808), éstas buscaron “desorganirlos”, así las milicias al penetrar a los montes fueron enfrentadas por “ejércitos” armados con rejones, machetes, “astas” y palos. Al inicio de la República, algunos cimarrones se convirtieron en colaboradores de la gesta emancipadora.

En el Valle de Cañete, allá por 1808 fue también famoso el “Palenque” de Herbay, el que se ubicaba en los “montes del hospital de San Andrés” cuyas tierras eran administradas por dicho nosocomio para su sostenimiento; y en aquel tiempo la dueña de la hacienda que estaba contigua a las tierras del hospital era doña Rosa Aliaga y Borda de Abellafuerte. Tanto el sub delegado de Cañete Quiñonez y el encomendado del Virrey coronel Guerra, para “limpiar el Corregimiento (Subdelegación) de Cañete de bandoleros y motinistas”, recibieron un “soplo” que en el “palenque” de Herbay se “encontraban negros ladrones”. Se tiene, además que, en las huacas de “La Imperial”, se escondían no solo rebeldes esclavos, sino también “indios, blancos, mestizos, criollos”, etc. que hacían vida en común, organizados como en un “palenque”. La famosa “limpieza” en los valles de mala y Cañete, se hizo entre los años 1808 y 1815 (5).

“VAGABUNDAJE Y BANDOLERISMO”

El Valle de Mala fue también escenario de dicho fenómeno sociológico y probablemente fue para sus operadores una especie de protesta y forma de vida en el Perú Virreynal y Republicano. El caso específico, sobre dicho fenómeno ocurrió en el año 1808, los “bandoleros y vagabundos”, tuvieron como territorio de sus operaciones, entre el Tambo de la Laguna de Bujama, Tambo de “hervae” e Ica; los líderes de los “salteadores” eran Cayetano Espinoza, Pedro Falcón y Manuel Bravo (de 18 años). El documento examinado (A.G.N. Causas Criminales. Leg 114, cd. 1378. Año 1808), reza: “Los Salteadores que son con los Simarrones de Mala-Bujama donde José Espinoza entregó una pistola a Bravo para asaltar la recua que venía de Caucato (Pisco) para liberar a Pancho un esclavo como también con golpes de piedras, luego se introdujeron con los simarrones al Monte. A Bravo, Espinoza y Pablo Falcón se le unió Pedro Martín Rayo que era de los simarrones y se dirigieron a Cañete, a quienes también siguió a pie el esclavo Pancho hasta la hacienda de Bujama en donde se recogió su caballo para seguir con los otros a Cañete”.

Se narra que Espinoza y Falcón fueron a Chincha para traer a Cañete su caballo y los otros se quedaron en el “Tambo del Imperial”, donde al día siguiente al regreso de Chincha se volvieron a juntar, en donde se durmieron hasta el día siguiente (28 de mayo), en que a las dos de la tarde salieron todos “a solicitud de sus bestias” para pastarlas en las afueras del Tambo y a la 4 de la tarde salieron con destino a Lima y al llegar a la Encañada perdieron el camino; allí asaltaron a un pasajero y a su criado, amarraron a los dos y los “metieron a una quebrada” y luego se repartieron el botín y se llevaron las bestias “dos en pelo y una ensillada”.

El 30 de marzo del mismo año, encontraron por el “mal paso” de Asia a “tres indios” que iban a Chilca a los que sorprendieron y desmontaron, sobándoles lo que llevaban; Bravo se entretuvo con las “bestias de los indios que se habían disparado”, lo que concluido se dirigieron a la ciudad de Lima, a donde llegaron y se apearon en la calle del Molino de Presa donde María Baldeón, y más bien Pancho se quedó en Bujama. A los “indios” asaltados en Asia, les quitaron: 3 varas de terciopelo negro, un “chaquetón de indiana”, chaquetilla de “porto marrón” y 16 varas de “royal”, 2 alforjas, una percha, un par de espuelas de plata; así, en el reparto tocó a Bravo “unas baras de royal” que le encontraron al tiempo de su prisión, ocho o diez reales de cinco pesos que llevaban los “indios” con las espuelas de plata que le alcanzó Pancho y las llevó puestas hasta la ciudad; asimismo, el cimarrón Camilo era uno de Bujama que también se unió a la “banda” de Bravo.

La “banda” asaltó también en el “repartimiento de caminos” para “Ymperial”, a los “indios” que iban de Chilca a Chincha, les robaron: sombreros de jipijapa, 3 varas de “royal”, media “bara de bayeta muerga”, una vara y cuarta de “estopilla”, dos de “saraso” azul, 1 vara de “elofortin azul”.

El 20 de junio de 1808, “se les ocurrió” a los bandoleros, robar en el partido de Cañete; los malhechores estaban repartidos en “quadrillas”, estos penetraron en la hacienda Casa Blanca; se supo asimismo que los bandoleros asaltaron en “Cerro botija”, eran 4 “fascinerosos”, 3 negros y 1 blanco. El esclavo “huido” José Espinoza de San José de Nazca de Casta Negra, esclavo de Cayetano Espinoza de la chacra Colunga en el Valle de Surco, fue arriero que conducía las “requas” de “guarapos”, casado.

Los negros cimarrones reunidos en el “palenque” de Bujama, estaban armados con “rejones entornillados”, machetes, “asta de rejones”, “chafalotillos”, saludaron a Manuel Bravo y luego se fueron hasta un “alfalfarito” cerca de la hacienda Bujama que tenía el negro Gaspar hermano de Francisco (Pancho) compadre de Bravo que llevaban preso por el “sitio por donde pasa la “requa”. Bravo y Camilo trataron el modo como no solo habían de poner en libertad a Francisco sino a todos los demás presos que llevaba la “requa de caucato”. Bravo decía que la libertad debía ser solo para Pancho, en cambio Camilo se opuso diciendo que la libertad debía de ser para todos: así, formaron dos grupos, el uno formado por Manuel Bravo, Camilo, Pedro Martín y algunos más, se fueron a “corta distancia”, para ver si por distinto camino pasaba la “requa”; y el otro grupo integrado por Pedro Falcón y otros, que se quedaron en la “Seja” del camino real. Permanecieron ambos grupos en respectivos lugares, apostados hasta la madrugada en que se unieron en el alfalfar, desde donde a las 7 de la mañana vieron pasar la “requa” de caucato, y al instante “los negros que tenían sus caballos en pelo”, salieron y atajaron a los presos y los hicieron saltar a tierra, dando a Francisco (Pancho) con “golpe de piedra se le safó la presión y se practicó lo mismo con los demás”. Cuando los salteadores asaltaron la “requa” que soltaron a los presos, iban por delante los peones y con la “novedad resolvieron a imponerse de ella y experimentaron que los salteadores los hicieron bajar de las cabalgaduras y les quitaron los abios de montura y porque uno los resistió bio el canfesante que le tiraron un chicotazo con que se hicieron obedecer y que siendo corcobeador el caballo del otro arrojó a su ginete en el suelo lastimándole con el golpe, la boca”. Los salteadores les quitaron unos sombreros de paja “y botando lo demás” y luego que se cometió esta “empresa”, se fueron al monte todos los negros salteadores, menos Francisco que pasó solo a pie a la hacienda Bujama donde se madre, quedándose Manuel Bravo, Pablo falcón y el “confesante” en el alfalfar donde “guardaron” a Francisco que llegó “como a las quatro de la tarde”. Se cabe que en la madrugada fue el asalto, una mujer iba dentro de los 9 presos que llevaba la “requa”; los asaltantes hicieron un “trueque” de dos caballos por otros y fue el negro Antonio de Aliaga que dio un caballo “tordillo” y otro “sayno”. En el bastimento de los asaltantes, tenían dos porongos de aguardiente, pan, queso, “sigarros” que habían comprado en el tambo de “Ymperial”.

“Balentín de Jesús”, natural de la hacienda San José de la Pampa del Valle de Motocachi partido del Santa, negro criollo esclavo de Manuel García arrendatario de la hacienda de San Niclolás de Supe, era de oficio “chocolatero”. Con cuyo producto pagaba jornal a su amo, vendía en Lima, era soltero de 56 años; participó en el asalto a la “requa” de caucato; en el monte de Bujama había estado fugitivo dos años de su amo, dos años en los montes de Lurigancho. Los “simarrones” en el monte de Bujama eran en número de 46 y asaltaban en el camino a los pasajeros, robaban en las haciendas la “bacas” para mantenerse, “executando” en todo el valle de Cañete varios robos y “otros daños”, estaban premunidos de muchas armas blancas y algunas de fuego; pero, además de los robos, decía por ejemplo “Balentín de Jesús” que los “simarrones” se mantenían quemando carbón, “campeando” y en otros “destinos de jornalería” o arando las tierras de los “indios yanaconas”, sin “juntarse con otros simarrones” de los alrededores. Las autoridades decían que los “simarrones” no solo estaban congregados en los montes de bujama, sino también en “otros montes” hasta Ica, en los cuales se habían establecido los “palenques” y que particularmente en Bujama había dos de ellos; así el “tal Balentín de Jesús” manifestaba que en el “palenque” de Bujama había visto “tres sombreros de paja fina y alambres de los que usan las mujeres, o1 petaquilla y dentro de ella, pañuelos, rosarios de oro de los de cuello y una canutera de oro”.

Por delación de “Balentín de Jesús” y el apresamiento del “simarrón” Narciso, los negros abandonaron los “palenques” para “internarse más al monte”; apresaron además a José Antonio esclavo que fue de la hacienda Boza que robó a Antonio Prieto “aduanista” de Mala, a Samora que fue apresado y enviado a Ica, al esclavo Pancho, al mestizo Manuel Bravo.

Cuando el cuerpo de Dragones ingresó al monte encontraron y “prendieron” también a Pedro Celestino Maldonado y a José Manuel Aliaga, quienes hicieron “resistencia” a la tropa de Dragones, con “astas de rejón, machete y palos” y por esta razón mataron a uno de un balazo y por temor el resto de “simarrones” se dispersaron, asimismo mataron a Bonifacio de un balazo. Además, de los mencionados cimarrones de Bujama, hubieron otros entre los dispersos: Pascual Baylón de Burga “el serrano” de Lambayeque de la hacienda Bandín experimentado lampero de 44 años, el “Taita” Policarpo de la hacienda La Quebrada, Pedro Celestino, Pedro Martín Rayo, Pedro José, Pedro Celestino Maldonado, Lázaro Gallegos, José Bonifacio Urías, Manuel “Palitrica” de Ica, José Manuel (Cholito salteador); Manuel López, entre otros; como se dijera anteriormente de todos los “simarrones” y salteadores “ascendían a quarenta y seis” (6).

REBELIÓN DE PEDRO DE LEÓN

La rebelión fue otra modalidad de protesta social. Allá por el año de 1810 se tiene la sublevación del esclavo pedro de León en la hacienda La Huaca o Nuestra Señora de Belén en el valle de Cañete; rebelión que tuvo coordinaciones con líderes esclavos de la hacienda “Gualcará” o “San Pedro Abad”, “Gavino Zegarra” y Juan “el Portuguéz”. Para combatirlos, llegó desde Lima el “Ayudante de Plaza” Manuel Guerra; a su llegada al valle de Cañete comunicó al Virrey José Fernando de Abascal Marqués de la Concordia (1806 – 1816) en los términos siguientes:

“… participo a V.E. como llegué a esta villa el 30 del mes de junio anterior y me hallé en la novedad de hallarse alzados otra porción de negros de las haciendas Gualcará del Marqués de Fuente Hermosa y la Guaca del Señor Baquíjano y Carrillo, inmediatamente y de acuerdo con el subdelegado (Juan Sánchez Quiñonez) puse por obras las superiores órdenes de V.E. haciendo varias salidas con mi tropa al pueblo de Ymperial, al campo y sus montes; en ellos se han aprendido a los bagos y sospechosos y negros de las haciendas cuya suscinta sumaría de sus vidas y ocupaciones consta de los adjuntos papeles que con oficio me ha pasado el citado Juez y remito a V.E. con la escolta de un sargento y veinte soldados juntamente con la lista que compone el número de quince entre ellos fue preso y con bastante trabajo en los montes al NEGRO PEDRO DE LEÓN CABEZA DE MOTÍN DE LA HUACA. Hecha esta prisión adjunto los restantes que eran veinte y tantos han buscado padrinos y están todos en la hacienda a la obediencia de sus amos y las haciendas quietas y pacíficas.

También se han aprendido DOS MOTINISTAS DE GUALCARA y aunque tanto e perseguido a el resto que le falta no han sido capaz todavía estos negros de apadrinarse, son Señor Exmo. muy pertinaces y por eso no quedo con la mitad de la gente a perseguirlos a fin de que se apadrinen, vuelvan a las haciendas aprenderlos que si lo logro queda el valle Sor Exmo, tranquilo y quieto, pues, en las demás haciendas no hay ninguna novedad y por lo que toca a los caminos según las noticias que los pasajeros dan al Subdelegado desde Ica hasta Lima no encuentran un hombre malo que les haga perjuicio y lo que caminan con buena satisfacción por lo que tanto alaban la vigilancia de V.E. en el aludir a todas partes”.

La rebelión de Pedro de León en la hacienda la “Guaca” tenía coordinaciones con los esclavos de “Gualcará” “Gavino Zegarra” y “Juan El Portugues”. En la redada que hico Manuel Guerra, permitió la captura no solamente de “motinistas” sino también se apresó y remitió a Lima a “simarrones y sospechosos”, entre ellos: Ubaldo Tello de 34 años había servido en el escuadrón de Martín de Osambela; fue capturado junto con Simona Soria, en los desiertos de Imperial; Antonio Ordóñez de 37 años, capturado en los campos de Imperial, era natural de Capiapó de Chile, fue marinero y fue apresado en el rancho de “Gollo” Villarrubia; Juan de Dios Alfaro “Casta chino libre”, acusado por la comunidad de Lunahuaná por conductor de alimentos a los ladrones del campo; José Boquete, soldado de la compañía de Morenos de Lima, era zapatero; Juan de Dios Canelo, herrero de la “billa”; Juan Pablo Gonzáles, “besino” de Arequipa; Felipe Gamboa. Los rebeldes, Pedro de León “cabeza de motín”, “Gavino Zegarra”, “Juan El Portugués” y Tiburcia esclava del Callao, fueron capturados en los montes de Herbay y ello se debió a un “soplo”; los negros amotinados de las haciendas mencionadas, fueron en el número de 22, fueron restituidos a sus dueños y buscaron padrinos; los cabecillas fueron remitidos a Lima para el juicio ante la Real Audiencia. Las convulsiones sociales en la subdelegación de Cañete y en el Perú Virreynal, fueron cada vez en mayor proporción, las que ya indicaban el advenimiento de la Emancipación (7).

Con la República, aunque en el gobierno de ramón Castilla y Marquezado (1854) se había manumitido a los esclavos, el descontento prosiguió en el Perú y Cañete, así, la clase terrateniente aprovechando la “aversión” que existía entre el negro y el colíe chino, porque el primero fue desplazado en sus labores en las haciendas de Cañete, se revertió el estallido social que iba en contra de los dueños de las haciendas, porque había un plan para asaltar las mencionadas propiedades y matar a los dueños; en febrero de 1881 en plena invasión chilena al Perú, estalló el descontento, pero aprovechándose de la riña entre “una negra y un chino” generó un enfrentamiento entre negros y chinos ocasionando la matanza de 1000 colíes; empero, y a pesar de lo sucedido en la colisión interétnica, la “negrería y la cholada” se posesionó de las haciendas en el valle de Cañete, saqueándolas, talando y quemando los sembríos, el producto del pillaje fue “internado” en la quebrada de Lunahuaná, “ningún blanco podía poner pie en el valle, so pena de muerte”; el saqueo duró 05 meses y “por fin” un batallón chileno que llegó a Cañete puso fin a la conmoción; Denys Cuché en su obra Poder Blanco y Resistencia Negra en el Perú (1975) precisa que la “lucha entre los grupos étnicos, emprendida por los blancos (hacendados), en vez de convertirse en una lucha directa de dominados contra dominantes, fue desviada hacia los grupos de color el odio que engendraban”; pero, es de afirmar que, las discordias interétnica en Cañete y el Perú, fueron alimentadas por el poder de turno, esto es que se aprovechó el desplazamiento que hizo el chino al negro en la economía local, regional y nacional, así como en la marcada competencia sexual que entre los dos grupos étnicos existía (8).

El 23 de diciembre de 1879 ocurrió la “sublevación negra” en Chincha; asaltaron las haciendas San José, Hoja Redonda y Larán. A los gritos de “viva Piérola” y a matar hacendados”, los rebeldes ingresaron a la hacienda Hoja Redonda de propiedad en ese entonces de Carlos M. Elías, asesinando al administrador Claudio Iturralde y saquearon la hacienda. En San José se apresó al dueño Julio Carrillo de Albornoz Conde de Mantemar y Monteblanco, después de ser apresado lo mataron en el Callejón de Larán. Los rebeldes al ingresar a la hacienda Larán atacaron a machetazos y hachazos al dueño Antonio Fernández Prada y a su hermano Manuel y los dejaron muertos. Después, de atacar las haciendas mencionadas, los rebeldes se dirigieron a la ciudad de Chincha Alta, pero, el vecino italiano Egidio Roy puso sobre aviso a los vecinos, pero ingresaron hasta la Plaza de Armas gritando “¡abajo la argolla! ¡mueran los ricos!”; los vecinos descargaron el fuego de la fusilería sobre los atacantes, matando a 3, hirieron a uno y apresaron a 9 y a los tres días fueron fusilados; los rebeldes se retiraron hacia los montes de San José. El 25 de diciembre del año 1879 entre los cañaverales de San José se produjo un feroz combate entre las fuerzas venidas de Chincha y Pisco y los rebeldes que tuvieron que retirarse, en la “refriega murieron 3; y después del levantamiento vino la represión contra la población negra”, en el movimiento rebelde se sindicaba como una de las líderes de la revuelta a una “tal Bartola”. La sublevación de 1879 fue un “movimiento espontáneo, un estallido de protesta y de rebeldía contra la explotación inhumana ejercida por los terratenientes de la zona”; el historiador chileno Benjamín Vicuña Mackena, opinó respecto a esta sublevación: “los indios y negros, unidos en contra de los blancos, conócese que ha habido un trabajo sordo pero tenaz en que está de por medio el elemento comunista, … por eso se ataca a la propiedad y se asesina a los propietarios …”; por lo ocurrido los chilenos llegaron a Chincha, los hacendados se aliaron a estos para defender sus propiedades, fueron “prochilenos” (9), traicionando a la Patria.

ASIENTOS BIBLIOGRÁFICOS Y DOCUMENTAL

(1) Kapsoli E., Wilfredo. Sublevaciones de Esclavos en el Perú. S. XVIII. Lima – Perú, 1975; p.p.

(2) Marban Escobar, Edilberto. Historia de América; T. II. New York – EE.UU, 1963; pp. 52 y 53.

(3) Kapsoli E. Wilfredo. Sublevaciones de esclavos en el Perú. Pp. 60 – a – 73.

(4) Archivo General de la Nación. Causas Criminales. Legajo 114; cd. 1378. Año 1808, fs. 54 – a – 125. En Arroyo, Eduardo. La Hacienda Costeña en el Perú – Mala – Cañete 1532 – 1968. Lima, 1981; pp. 73 y 74.

(5) Archivo General de la Nación (AGN). Real Audiencia: Causas Criminales; leg. 119, cd. 1446. 1810; fs. 1, 2, 3, 5, 7 y 8.

(6) Archivo General de la Nación. Causas Criminales; Leg. 114, cd. 1378. Año 1808; fs. 81 – a -233.

(7) Correa Pereyra, Luciano F. Historia y Recursos Turísticos del Distrito de San Luis – Cañete. Cañete, 1990; pp. 80 y 81. En AGN. Causas Criminales. Leg. 119, cd. 1446. 1810, fs. 1 – a – 10.

(8) Correa Pereyra, Luciano F. Historia y Recursos Turísticos del Distrito de San Luis – Cañete. pp. 89 – a – 92.

(9) Wilson Reátegui - Wilfredo Kapsoli – Enrique Aramayo – Ramón Aranda de los Ríos – Carmela Sotomayor – Alejandro Reyes – Rolando Pachas y Otros. La Guerra del Pacífico; Vol. I. Lima, 1979; pp. 239, 240, 246, 249, 250 – a – 253.

 

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