Carnaval Imperial, forma parte de nuestra identidad y debe ser retomada en algún momento. Todo tiempo pasado fue mejor, reza un adagio que era muy popular en los labios de nuestros padres al relatar sus vivencias de sus tiempos mozos. Hace algunos años, para ser más preciso en la década de los 90 en el periodo edil del Dr. Arturo Chau Quintana, fuimos testigos de hechos que marcaron un antes y después de Imperial. A pesar que no contaba con sumas exorbitantes que hoy gozan los municipios, la gestión de Arturo Chau, administró correctamente los recursos del Estado y ejecutó obras de impacto en la ciudad comercial. Pero, no queremos escribir sobre su labor edilicia que desarrolló con éxito junto a sus regidores sino en rescatar la tradición cultural de un pueblo y ponerla en vigencia, siendo otro de sus logros. Una de esas actividades, fue precisamente el Carnaval Imperialino, que según nuestros padres gozaron en los años 50 y 60 con algarabía y que era acertado ponerla en vitrina como en sus inicios. La fiesta carnavalera se dio inicio con corso alegórico, concurso de yunzas millonarias, caravana de vehículos motorizados, certamen de belleza y los reventonazos en las calles. “El Carnaval Imperial, es parte de nuestra identidad y se debe preservar”, expresó en su momento el Dr. Arturo Chau Quintana, esperando que sus sucesores, la continúen. Las fotos valen por mil palabras, dice un viejo dicho y aquí hay una muestra de la festividad de marzo1991 donde la reina Erika Paredes es acompañada ´por el alcalde Arturo chau y jóvenes del ayer. Se nos viene a la imagen el corso carnavalero recorriendo las calles de Imperial y mojando a cuanta persona circulaban en las calles, convirtiéndola en un loquerío. Ni qué decir de las hermosas candidatas que disputaban el trono de Miss Carnaval 91, muy bien organizado por el Comité de Damas de Imperial que presidía la señora Irma Murga de Chau. ¿Carmaval?, sí. ¡Pero los de mis tiempos! Aunque nuestros padres señalen lo contrario, pero los 90 marcaron un hito en Imperial, a pesar que hoy los primogénitos no pueden apreciarla, pero no pierden las esperanzas que alguien la retome