Especialistas indican que se repetiría el proceso electoral, pero no desde la primera vuelta, y coinciden en que sería muy difícil que se dé esta probabilidad.
La segunda vuelta de las Elecciones Generales 2021 se realizará el próximo 6 de junio. Tras esta, los peruanos conocerán al próximo presidente del país, que podría ser Pedro Castillo (Perú Libre) o Keiko Fujimori (Fuerza Popular). Sin embargo, existe la posibilidad de que el proceso electoral sea anulado y nuevamente los ciudadanos tengan que ir a las urnas para elegir al sucesor de Francisco Sagasti.
En ese sentido, el especialista en procesos electorales Luis Egúsquiza indica que, para que se dé esa eventualidad, los votos blancos y viciados tendrían que sumar un 66,6%.
“Según la Ley Orgánica de Elecciones, cuando los votos en blanco y nulos sumados —es decir, los que se han emitido— superan los dos tercios, se anula el proceso electoral”, explica.
La politóloga María Paula Távara manifiesta que también se puede declarar nulo el proceso electoral por otra causal, y agrega que deben pedir la nulidad los personeros legales de Perú Libre o Fuerza Popular ante el Jurado Nacional de Elecciones en un plazo de tres días, contados desde el día siguiente de la proclamación de los resultados.
“La norma dice que se declara nula la segunda vuelta si se anulan los procesos electorales de una o más circunscripciones que en su conjunto representen el tercio de la votación nacional. Eso quiere decir que si los votos, que pueden ser de Lima sumado con otras regiones, que representan el tercio de la votación del país son nulos o en blanco, se declara la anulación”, señala.
La exministra y abogada Ana Neyra interpreta que, en caso de darse esta posibilidad, la segunda vuelta se repetiría y no sería desde el inicio, con todos los candidatos de la primera ronda.
“Si se declara la nulidad, se repite la segunda fase, no todo el proceso electoral desde la primera vuelta, porque cada elección es independiente”, estima.
“Nosotros no tenemos en el Perú una causal de abstención o de no instalación de mesa, solo lo tenemos regulado para las elecciones municipales. Eso quiere decir que si no se instalan más del 50% de mesas la votación, puede ser declarada nula, pero no está establecida para la elección general”, añade.
Además, afirma que los votos en blanco o nulos se consideran emitidos, por lo que las personas que no fueron a votar no serían tomadas en cuenta para la nulidad del proceso electoral.
De acuerdo a la Ley Orgánica de Elecciones, en caso se produzca esta probabilidad, las nuevas elecciones se realizarían en un plazo no mayor de 90 días.
Consecuencias del ausentismo
En estas elecciones que se llevaron a cabo el último domingo, más de un 28% de electores no acudió a las urnas, según el reporte de la ONPE con las actas procesadas en un 96%. Este porcentaje para Jáuregui es alto, pese a que en el 2020 se reportó casi un 26% de ausentismo sin un contexto de pandemia.
“Ha habido un incremento, pero el ausentismo no ha sido tan abrumador como podría haberse pensado. No obstante, sí hay un porcentaje importante”, asevera.
En ese sentido, manifiesta que es muy pronto para conocer qué tanto afectaría el ausentismo en la segunda vuelta, debido a que aún no se sabe cómo se moverán las campañas de Keiko Fujimori y Pedro Castillo.
“El ausentismo también responde a una reacción frente al proceso o porque ninguna de las opciones logra animar a nadie. En el Perú, todavía hay multas, entonces ese ausentismo tiene que ir acompañado de la capacidad de pagarla”, agrega.
Neyra considera que es difícil que se anulen las elecciones; sin embargo, asegura que sería más fácil conseguir los dos tercios de votos nulos o blancos con un mayor porcentaje de ausentismo.
“Si tenemos un padrón que pueden votar 100 personas y solo van a votar 50, yo calculo los votos nulos y blancos sobre esos 50; entonces, es más fácil que consiga dos tercios allí comparados a los de 100″, explica.
Por su parte, Távara apunta que algunas de las personas que no fueron a votar podrían sentir la necesidad de tomar una posición en la segunda fase y se acercarían a sufragar.
“La polarización de estas elecciones podría hacer que algunas personas sientan la necesidad de posicionarse y se acerquen a votar como no lo hicieron en la primera vuelta”, señala.