En nuestro Perú parece que la estabilidad es pecado, y nada nos emociona más que prenderle fuego a lo poco que aún queda en pie.

Los iluminados caviares, socialistas, progres y comunistas de escritorio y los de café, y su séquito mediático, ya tienen su nuevo villano favorito: Jeri Oré, presidente por sucesión constitucional.

Pero no creen que ya es una película repetida... que ya la hemos visto antes... y pese a ello, no hemos aprendido nada...

Cuando el Congreso vacó a Martín Vizcarra, por sucesión constitucional le correspondía asumir a Manuel Merino, en ese entonces Presidente del Congreso... no porque él lo quiera, sino porque constitucionalmente le correspondía...

Que hizo un sector de la izquierda, convocaron a marchas para sacarlo... y con la sangre de dos jóvenes peruanos que murieron en esas marchas, se creó el caldo de cultivo para que horas más tarde, con la idea de parar estas marchas y muertes, renuciara a la presidencia de la república Manuel Merino... y llegara como presidente FranciscoSagasti, y para ello no permitieron que asumiera a quien constitucionalmente le correspondía... sacando del tablero sucesorio a la gran mayoria de congresistas aducierndo que ellos no podían ser elegidos.

Cuando vacaron a Pedro Castillo, la línea sucesoria era, mal que nos pese, Dina Boluarte, su vicepresidenta... nuevamente corrió sangre para evitar que ella llegue al poder... otra vez, marchas en diferentes lugares del país... y murieron más de 50 personas en esas protestas... esas muertes pretendieron enrostrarsela a Boluarte para sacarla de la presidencia... pero en aras de la estabilidad democrática, no se la sacó y aguantó todos estos años, aún haciendo mal gobierno...

Que cambio para ahora sacarla... cálculos políticos...

Todos sabían, cuando Jeri, asumió la presidencia del Congreso, que la caída de Dina Boluarte era cuestión de tiempo, era el guion predecible: un país sumido en caos, debilidad institucional, corrupción, asesinatos, extorsión y una delincuencia desbordada, el Congreso tarde o temprano, tendría que usar la carta de la vacancia, para pretender salvarse.

Los partidos que se repartieron la presidencia del Congreso durante cuatro años —Fuerza Popular y Alianza para el Progreso decidieron, mágicamente, entregarle el puesto a Somos Perú y a Jeri, sabiendo perfectamente que había un alto porcentaje de que terminaría en Palacio.

Todos sabían de sus cuestionamientos pasados de Jerí, denuncia por violación archivada tras pruebas (ADN), Investigación como expresidente de la Comisión de Presupuesto, relativa inexperiencia política y gestión pública, pero mientras fue presidente del Congreso, nadie marchó, nadie gritó, nadie pidió su cabeza, llegó la vacancia de Dina y él tuvo que asumir el cargo de presidente de la república.

¿Lo sabían los medios y los políticos? Dejémonos de hipocresías: “SÍ”

Hay un guion repetido: ponen al más débil para luego empujarlo al abismo.

Si cae Jeri, el siguiente presidente seria Rospigliosi, Fujimorista, con el anti fujimorismo que existe, el escenario es perfecto para cerrar el Congreso, y postergar las elecciones generales indefinidamente, igual que las regionales y municipales, que ni siquiera han sido convocadas, con el único objetivo de reacomodar el tablero político, para beneficio de los zurdos.

Los medios de comunicación de señal abierta y digitales (incluidos los tontos útiles de Willax y PBO) tienen una cuota enorme de responsabilidad: con titulares incendiarios y paneles de opinólogos e improvisados, que repiten “JERI, NO ME REPRESENTA” sin medir consecuencias, “van calentando la calle”, alentando la protesta y el caos. Esa cobertura amplifica la inestabilidad y acelera los peores escenarios nacionales.

Preguntémonos con franqueza: ¿de verdad importa Jeri, o debería importarnos el Perú?

¿Quién gana? Los mismos grupos de izquierda radical que hoy han perdido espacio político y ven en el caos su única oportunidad de reposicionarse y recuperar poder, mediante conseguir un nuevo Sagasti (Flor Pablo o Susel Paredes). Esa es la verdadera jugada. Esa es la pateada de tablero que se está cocinando.

Por eso, más allá de simpatías o antipatías personales, el país necesita una pausa de sensatez, coincidamos en que hay prioridades como: Que no se posterguen las elecciones 2026.

Esta es una maniobra política cuyo objetivo es destruir el país. Este es un gobierno transitorio de meses. Necesitamos enfrentar la inseguridad y estabilizar la economía, hoy no dentro de unos meses.

No seamos ingenuos, ni tontos útiles, ellos necesitan tiempo para su nuevo Sagasti/Pedro Castillo 2.0, mejorado, corregido, aumentado y al grito de guerra de “nueva constitución”.

Si seguimos creyendo que vacar a un presidente a cada rato es sinónimo de justicia, terminaremos sin República, sin Estado y sin futuro. Así que sí, repitamos con ironía: “Hay que vacar a Jeri”, total… ¡qué importa el Perú! (Andrés Tello)