Es domingo 13 de abril del 2025, el “din don” de las campanas de la iglesia invaden el cielo del distrito llamando a la feligresía anunciándole la primera misa del día. Es un fin de semana común: calmado, silencioso, casi ausente de vehículos rugiendo sus motores interrumpiendo la paz y el sosiego.
Ya es hora de buscar el pan, Justin sale de su casa aún somnoliento retirándose las legañas de los ojos, caminando a paso lerdo; en el instante que levanta la mirada logra observar en las intersecciones de la calle Dos de Mayo y Augusto B. Leguía (antes Progreso) llegar caminando a un individuo quien lleva cargando en cada mano una bolsa de gran tamaño y de color oscura, este, haciendo un esfuerzo levanta un poco una de las manos para detener a un vehículo menor (mototaxi) que realiza el servicio de transporte dentro de la localidad, en ese instante Justin observa que el individuo arroja de a par y en un solo movimientos las bolsas que llevaba en sus manos, para luego abrir la puerta de la moto, subir en ella y retirarse sin ninguna responsabilidad ni culpa.
Justín recordaba que semanas atrás recorría el mismo tramo, y observó el mismo accionar de parte de un jovencito, este llevaba un par de bolsas de color oscuro en una de sus manos y llegado a la esquina le diera como destino final la calle
—¿Por qué hace eso? — preguntó Justin al joven
Aquellas bolsas oscuras que acababa de lanzar eran desperdicios, desechos, residuos, era su basura.
—¿y a dónde la voy a botar? — respondió el jovencito, alegando que salía a trabajar muy temprano y retornaba muy tarde, por supuesto una excusa tirada de los cabellos, nada convincente, como si este muchachito fuese el único quien laborara en ese horario, Justin le increpó diciéndole que esa actitud lo hacía contribuyente de tener un distrito sucio, aunque noto un poco de vergüenza en el individuo no fue suficiente para retroceder en su accionar y dejó su basura en esa intersección retirándose a paso apresurado.
La limpieza de un distrito es una labor compartida entre los vecinos y la autoridad, si la autoridad falla, los vecinos no deberíamos ser parte del error, estamos en la obligación de encontrar las formas de no contribuir vivir en un distrito donde las calles se han convertido en basurero, donde nos invaden los olores nauseabundos.
Para ningún ciudadano es ajeno la parsimonia, desorganización y dejadez con la que trabaja esta gestión municipal en lo que se refiere a recojo de residuos sólidos, pero, deberíamos hacernos una única pregunta ¿Por qué están sucias las calles? Acaso no somos los mismos vecinos gestores de ensuciar nuestras calles, de restarle prestancia a nuestro distrito.
Decimos ser prolijos en nuestras casas al no tener desperdicio ni basura dentro de ella, exacto, la sacamos de la vivienda para dejarla en las esquinas. Mientras no tomemos conciencia que la ciudad es parte de nuestra vivienda seguiremos actuando alejados de las buenas costumbres, seguiremos viviendo en ese mundo paralelo que NO SOMOS PARTE DE UNA SOCIEDAD. —¿acaso debo de quedarme con la basura en mí casa, si nunca pasa ese camión?
Justín recordaba lo que en algún momento había obtenido por respuesta de algún vecino, quien de forma grosera y con algunos versos malsonantes adornando la frase justificaba el dejar sus desechos en la calle. Las malas costumbres no tienen fronteras, puede aquejar a cualquier ser, con estudios o sin ellos, cada uno debemos intentar organizarnos y ver la forma de que nuestras calles NO se conviertan en inmensos basurales... vemos que pasan a pie ensuciando la calle, vienen en motos dejando su basura. He sabido ver autos últimos modelos parados en esa intersección dejando su basura, automóviles último modelo brillando de limpios, aunque el accionar del propietario sea de cualquier marrano.
Negocios ubicados en la plaza de la ciudad han hecho de esa esquina su centro de acopio de basura, y lo más triste, SOMOS LOS MISMO VECINOS GESTORES Y CONTRIBUIMOS EN HACER DE NUESTRAS CALLES UN BASURAL.
