PROFESORES... ANGELES Y ORADORES...
Emiliano Espinoza se quejaba de sus males enojadísimo, dolores de rodillas que hacían lento su caminar y la hipertensión arterial acompañado de náuseas y mareos.
Durante las noches era visitante frecuente a la plaza de la ciudad donde se reunía con amigos contemporáneos; días antes había celebrado su cumpleaños número setenta y cinco culpando a sus dolencias el no haberle permitido realizar ningún brindis. Julio Campos sentado a su lado oía atentamente; él, un periodista jubilado de quien se sabía tuvo a su cargo la editorial de un diario de la capital, pero ahora ya alejado del periodismo, aprovechaba sus horas nocturnas compartiendo sus hazañas... siempre rivales en logros, Emiliano Espinoza no se dejaba y hacía alarde de sus logros veinte años atrás cuando ocupó el cargo de alcalde del distrito.
En la última visita al hospital el médico le indicó a Emiliano Espinoza hacer algún tipo de ejercicio físico que ayude a controlar su hipertensión...
— puedes salir a caminar unos treinta o cuarenta minutos de dos a tres veces por semana — dijo el médico explicando los beneficios de hacer caminatas, obediente a las indicaciones, a la mañana siguiente salió a caminar muy temprano por el corredor peatonal que une dos distritos de la provincia
— esto es lo único bueno que han hecho — conversaba consigo mismo Emiliano Espinoza haciendo referencia al corredor peatonal; continuaba su ejercicio físico matinal y se vio forzado a detener su marcha, un olor extraño ocasiono el detener de sus piernas, avanzo unos metros más y se percató que las aguas servidas se escapaban por los buzones de desagüe, la pista totalmente inundada y el corredor peatonal estaba convertido en un canal de aguas pestilentes, al no poder avanzar no tuvo más opción que dar la vuelta y retornar, continuaba dialogando consigo y diciéndose la falta de seriedad para poder realizar ese tipo de obra — si han tenido todo para hacer algo bueno, ¿por qué no lo han hecho? ¿qué les faltó? ¿qué más necesitaban? — se decía asimismo caminando y recordando lo cuestionado del inicio del proyecto una década atrás cuando la vía quedó totalmente destrozada a finales de una gestión edil.
Emiliano Espinoza le comentaba a Julio Campos la ingrata experiencia en horas de la mañana cuando se había destinado a seguir las indicaciones del médico de realizar caminatas para respirar aire puro y se encontró con un ambiento de olor fétido y una inundación que le imposibilitó continuar caminando
— hubieses visto cómo se desbordaban los desagües, los buzones parecían piletas soltando chorros de agua — expresó Emiliano Espinoza; Julio Campos manifestaba como inició el proyecto a finales del gobierno “del profe” cuando la vía quedo totalmente destrozada sin interesar los daños ocasionados — ¡eso nació mal!, por lo tanto, ¡siempre tendrá problemas! — dijo el periodista.
Juntos recordaban que durante un par de años la vía quedó convertida en trocha, era notorio el desinterés del gobernante, cuando el gobierno “del profe” llegó a su fin el proyecto de la vía no había avanzado ningún metro, aunque el compromiso era entregar la obra antes de concluir su gestión; “el profe” se retiró y junto con él la esperanza de ver concluida la vía.
Emiliano Espinoza continuó la conversación y dijo:
— ya casi había olvidado la historia mi querido amigo — una nueva gestión edil inició y “del profe” y sus hazañas no se escuchó más; el proyecto inconcluso ahora paso a cargo del nuevo gobernante, un jovenzuelo ya conocedor de los olores y sabores de la política había convencido a la ciudadanía le brinden la confianza para gobernar en los cuatro años siguientes; el proyecto de vía iniciada en la gestión anterior avanzó de a pocos, pero con los mismos errores y horrores de nacimiento, pasaron cuatro años para que se concluya la obra, muchos decía que fue necesaria la presencia divina para finalizar la obra, fue necesaria la llegada de “un ángel” para hacerse realidad
— te habrás dado cuenta que los ángeles también cometen errores — dijo Julio Campos soltando una sonora carcajada.
Cuando ya todo estaba casi listo para la inauguración y se ultimaban los detalles celebratorios, los desagües ubicados a lo largo de la vía empezaron a colapsar, se pudo observar a personal desarmando lo que acababan de armar, algunas roturas por aquí, algunos parches más allá y finalmente un poco de maquillaje lograron solucionar los desperfectos, y, antes de permitir vuelva aparecer otros desperfectos pregonaron rimbombantes la inauguración de la tan esperada vía, estaban obligados acelerar con la ceremonia, temían la aparición de nuevos desperfectos que obstaculizarían los planes populistas del gobernante.
— nadie observó nada, nadie dijo nada, nadie se quejó — dijo Emiliano Espinoza; los rumores de que los costos del proyecto se habían duplicado, y algunos incluso supieron decir que se habían cuadriplicados, el escándalo, aunque notorio, no sé supo cómo pudo pasar desapercibido.
— los años pasaron y se continuaba en lo mismo — respondió Julio Campos; una nueva gestión cumplía sus labores ediles y junto a ellos los desagües de la vía seguían desbordándose, las pistas eran convertidas en ríos de aguas servidas acompañadas de materias fecales, situaciones que para los ciudadanos se han vuelto comunes. El nuevo gobernante quien en época de campaña hacía gala de su dominio escénico y alarde de sus dotes de orador, prometía dar solución a los problemas y denunciar todo acto indebido en contra de la ciudad y de los ciudadanos.
— Que tal suerte la nuestra — dijo Emiliano Espinoza, habían pasado tres gobiernos municipales y la vía aún mantiene sus problemas
— ni profes, ni ángeles, ni oradores— replicó Emiliano — nos iremos de este mundo y nada cambiará— respondió Julo Campos; ambos se levantaron de la banca empezando a caminar juntos a paso lento perdiéndose en el fondo de la plaza de la ciudad.
Inician nuevas gestiones ediles, pero es imposible ver a alguno de los herederos de gobierno señalar los errores, excesos y actos de corrupción que se hayan cometido; en las épocas de campaña están plagadas de promesas y se ha vuelto común escuchar “NO ME TEMBLARAN LAS MANOS”, “CAIGA QUIEN CAIGA”, y que sucede una vez que ganan las elecciones, acaso sufren la amputación de sus miembros, pierden el sentido de la visión o los compadrazgos y apoyos se convierten en bilaterales; habiendo actos evidentes de corrupción se prefiere guardar silencio perjudicando a la ciudad y a la ciudadanía, a cuantos gobiernos más, a cuantos gobernantes más se les permitirá la destrucción de nuestros distritos, de nuestras provincias, de nuestro país, acaso es cierto que los gobernantes solo llegan para beneficiarse dejando de interesarle la comunidad, o seguiremos permitiendo el accionar “de profes”, “ángeles”, “oradores”, y quien sabe que es lo que se nos viene en esto cuatro años.