“SANGRE... SUDOR... Y LÁGRIMAS...”
Escribe: Luis Alberto Rodríguez Morales
Winston Churchill, Primer Ministro inglés, pronunció estas palabras al tomar el cargo y ser designado Primer Ministro en Inglaterra, durante la segunda guerra mundial. Nosotros tomamos estas frases, para señalar lo que ocurre en nuestro país.
La penuria es general, no solo para el que pierde un familiar, sino para aquel que observa como otros que no son conocidos nuestros, sufren en carne propia, lo que seguramente nunca imaginaron para él o su familia.
Motivos para reclamos al Estado hay innumerables. Las causas las sabemos y nadie puede justificar la marginación de la mayoría de nuestros pueblos. Causas que se han repetido y en diferentes lugares. En unos más que en otros y con diferente intensidad.
Entonces podemos decir y aceptar, que hay razón para reclamar. Eso es verdad. Pero esa verdad, no debe ser tomada como justificación para vandalismos y terrorismo hacia la gente, que al igual que aquellos que manifiestan contra el Gobierno, sufren y sufrirán por mucho tiempo, esas desigualdades y necesidades.
Algunos congresistas y otros políticos o analistas, mencionan que injustamente se está “terruqueando “al pueblo. Mañosamente hacen un juego de palabras, para que, en su falaz argumento, generalizan ese término y envolviendo a todos los manifestantes con ese término, lo cual lógicamente es falso.
Muchas preguntas dan la razón a quienes sostienen que no hay en estas movilizaciones algún reclamo social o económico. Sólo hay reclamo político. Incluso estos pueden hacerse, pero a través de sus representantes, a los cuales ellos mismos han elegido. Hablo de sus congresistas, que mayoritariamente son de provincias.
“Salida de la asesina Dina Boluarte”. “Que salgan los corruptos congresistas”, “que haya un Congreso constituyente”, “que se adelanten las elecciones”. Todos son planteamientos políticos. Estos, reitero, pueden ser atendidos a través de sus representantes. La idea y necesidad de crear el caos y la violencia, no brinda la oportunidad de dialogar. Esto no se puede dar porque no hay interlocutores visibles. Esto demuestra que no se quiere dialogar y la finalidad es llegar a destruir al Estado y, lógicamente, con una finalidad subalterna y nefasta para la democracia, que, aunque endeble, es lo mejor para nuestro país.
Creo que el pueblo limeño y en el resto del país, la gente que desea trabajar y que siente la necesidad de ser atendidos en los hospitales, no está satisfecha ni participa de éstas acciones. No debemos dejarle a los valerosos y sufridos policías y al ejército, la responsabilidad de salvaguardar el orden. Cualquiera que fuera, si los ladrones o malvados vienen a robar o tumbar su casa, debe defender lo que es suyo y es fuente de trabajo.
Nos falta decisión y coraje para enfrentar los problemas. No podemos escudarnos sólo en los policías para que nos cuiden. Esto es tarea de todos, aunque nos cueste “sangre, sudor y lágrimas”