LA JUSTICIA DE ESPALDAS...
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Publicado en 21/12/2022

LA JUSTICIA DE ESPALDAS...

El olor a humo invadía el ambiente, cerca de la entrada un pequeño fogón con leña encendida y sobre ella una cacerola de metal, al lado, una pequeña mesa de madera con utensilios de cocina; la pequeña casita de paredes de esteras y columnas formadas con palos de eucaliptos y techo también de esteras recubierta de plástico para contrarrestar el sereno de las noches de invierno; allí cobijaba el hogar de Ivana Quijandría, joven que se había convertido en madre de un varoncito cuatro meses atrás.

Al poco tiempo de enterarse que estaba embarazada ella y su esposo tomaron la decisión de irse a vivir al terreno que compraron años atrás; ambos poco a poco fueron acondicionando lo que se convertiría en su propio hogar, la idea era empezar.

La luz del sol se despedía y la noche manifestaba su presencia muy lentamente, Ivana Quijandría observaba sentada a un lado de la cama a su retoño mientras este dormía. Se levantó evitando hacer algún movimiento brusco que interrumpiera el plácido sueño de su pequeño, caminó hacia la mesa para encender el lamparín que les proveía de luz durante la noche ya que la empresa eléctrica les había prometido que pronto instalarían la energía por la zona; se acercó al fogón para retirar la cacerola donde había preparado la cena que compartiría con su esposo quien no tardaría en llegar, luego, una a una retiraba la leña roseando pequeños chorritos de agua para apagar el fuego cuando de pronto tocaron insistentemente a su puerta...

— quien toca así — dijo Ivana Quijandría

— van a despertar a mi bebé — replicó

Raudamente abrió a la puerta encontrándose con un compañero de trabajo de su esposo, él, con el rostro totalmente desencajado y la respiración agitada la miró fijamente a los ojos; hacia el fondo, al lado de la carretera podía divisar las luces de un vehículo, pudo percatarse que era la camioneta de la empresa eléctrica donde laboraba su esposo

—¡Ivana, Leandro ha sufrido un accidente! — manifestó el compañero de su esposo.

Leandro López esposo de Ivana trabajaba en “Luces Sureñas”, empresa encargada de brindar y administrar el servicio eléctrico en la región, ya cuando casi concluían las labores del día y se prestaban a terminar el ultimo mantenimiento Leandro López cayó de espaldas de una altura considerable, la escalera recostada a un poste de alumbrado público se ladeo hacia un lado ocasionando que pierda el equilibrio y cayese desde lo alto quedando tendido e inerte en el suelo, sus compañeros intentaron auxiliarlo y lo trasladaron al hospital de la localidad, pero todo esfuerzo fue en vano Leandro López había perdido la vida en un accidente laboral.

Luego de las exequias fúnebres, cuando aún se encontraban en el campo santo, uno de los administradores de la empresa “Luces Sureñas” se acercó a Ivana Quijandría estrechándole la mano acercó su rostro al de ella y casi al oído le musitó palabras de consuelo por la pérdida de su esposo; ya cuando se despedía le entregó una tarjeta personal pidiendo que se comunicara con ellos lo más pronto que pueda; las semanas pasaron y el duelo envolvía a Ivana dejándola sin ganas de hacer nada.

Ella, sola con su bebé intentaba consolarse y disipar la pena; tiempo después cuando aún no había pasado ni un mes del fallecimiento intentó comunicarse con el administrador de la empresa, pero no encontró respuesta, durante una semana con su bebé en brazos se apersonaba a la empresa “Luces Sureñas” sin encontrar atención. La última oportunidad cuando esperaba a las afueras de la empresa eléctrica el compañero que le diera la noticia del accidente se acercó preguntando si la empresa le había reconocido la indemnización a Leandro López, con el rostro aun entristecido, mostraron sus ojos llenos de lágrimas y dijo:

— tengo viniendo una semana entera y nadie me atiende — luego de escuchar el manifiesto de Ivana Quijandría el compañero le recomendó que buscase un abogado y le inicie una demanda a la empresa, ella aprovecho su estancia en la provincia y se contactó con un abogado; Marcial Franco había estudiado leyes en la capital en la década de los setenta, larguirucho, siempre sentado cruzando las piernas, de buen vestir, cada día usaba un terno diferente, sus camisas blancas de cuello almidonado marcaban su elegancia

— pase señora, siéntese, ¿dígame como la puedo ayudar? — se le escuchó pronunciar a Marcial Franco, Ivana explicó a detalle el accidente que le había costado la vida a su esposo y la negativa de la empresa para atenderla; el abogado la escuchó con bastante atención y muy seguro le respondió:

— ¡No te preocupes mamacita ya he tenido casos parecidos y ninguno he perdido, tenemos que presentar la demanda inmediatamente, te prometo y te doy mi palabra que la empresa tendrá que indemnizarte y te va alcanzar para vivir toda la vida! —

Marcial Franco ya acostumbrado a estos menesteres inicio el proceso de demanda para lograr la indemnización que le correspondía a Ivana Quijandría, los motivos en las que había perdido la vida Leandro López, la empresa no le había otorgado equipo de protección personal, a pesar de estar trabajando poco más de dos años en la empresa no estaba considerado como personal asegurado, estas faltas cometidas por parte de la empresa hicieron brillar los ojos del abogado procediendo a pedir una indemnización bastante considerable; pocos días después de haber presentado la demanda y cuando la empresa ya había sido notificada, un staff de abogados representantes “Luces Sureñas” visitaron a Marcial Franco en su oficina, uno de ellos se presenta y le pide conversar, a lo que este le responde:

— pasen señores, díganme ustedes para que soy bueno, — quien momentos antes se había presentado era uno de los abogados de la empresa, personaje de edad avanzada, unos lentes hacían imposible saber hacia dónde dirigía la miraba, fue el único que se sentó, movía la cabeza de un lado a otro y de pronto empezó a hablar y dijo:

— colega, su representada nos ha cursado una demanda de indemnización por una suma que a nuestros patrocinados les parece demasiado exagerada, usted y yo sabemos que el monto es lo justo que se merecen los deudos, pero nuestra presencia aquí es para intentar llegar a un acuerdo — Marcial Franco esbozo una sonrisa sarcástica, se puso de pie volteándose de espaldas a ellos y manifestó

— estimados señores, me parecen que se han equivocado conmigo, a mí patrocinada su empresa le indemnizará lo que le corresponde y es solo lo justo — el abogado escuchó atentamente el manifiesto del abogado de Ivana Quijandría y cuando este terminó de hablar le pidió que no acelere en sus decisiones sin antes escuchar la propuesta que ellos traían, le alcanzó un folder y dentro de él un único papel

— ábralo, verifique usted nuestra propuesta — le pidió el abogado representante de la empresa “Luces Sureñas”, Marcial Franco agarró el folder y lo abrió, dentro de él un papel cuadriculado con una cifra escrita a mano, un poco exaltado levantó la voz diciendo:

— ¿qué significa esto?, ¿acaso me quieren tomar el pelo? ¡retírense de mi oficina por favor! — muy calmado el abogado de “luces sureñas” le pide escuchar en que consiste la propuesta ofrecida, con mucha habilidad y destreza propia de sus años le refirió frases alabanciosas para finalmente indicarle que ese monto era manejable y que la mayor parte quedaría para él y solo un diez por ciento podría llegar para la viuda de Leandro López, la ambición apresó a Marcial Franco quien abrió los ojos y sin dudar respondió de forma instantánea:

— conversando nos entendemos colegas, dejen todo en mis manos — al día siguiente se comunicó con Ivana Quijandría para comunicarle que habían logrado solo un diez por ciento de la demanda y que lo mejor era aceptar porque los abogados de la empresa iniciarían una contrademanda pidiendo la nulidad y el desconocimiento de cualquiera tipo de indemnización

— mamacita tienes que aceptar, la justicia muchas veces nos da la espalda, tienes que ser consiente que es mejor poco a nada — le dijo Marcial Franco.

“De todo hay en la viña del señor” manifiesta una frase bíblica, existen personas honestas, pero también deshonestas, muchas veces las normas son las correctas pero los operadores de impartir justicia actúan de forma incorrecta...

cuanto nos falta como sociedad para que exista equidad en nuestra justicia, evitemos ya escuchar la frase “solo existe justicia para el rico y no existe para el pobre”; solo nosotros, somos los encargados de lograr una sociedad justa donde no se cometan abusos para ningún lado, donde no se abuse ni del pobre ni del rico, que la justicia no tenga distingos y que el poder económico deje ya de corromper a la personas, seamos ciudadanos de valores para lograr una mejor sociedad y un mejor país.

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