¿SOMOS SUBDESARROLLADOS...?
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Publicado en 06/12/2022

¿SOMOS SUBDESARROLLADOS...?

Escribe: Juan Percy Sánchez Samán

— ¡No sabe usted que somos un país subdesarrollado! — manifestó el efectivo policial; levanté la mirada observándolo fijamente al rostro, totalmente enmudecido y con miles de pensamientos reventando en mi cabeza por lo que acababa de oír del joven policía, si no caí de espaldas al mismo estilo de condorito ¡plop! fue porque estaba sentado dentro del auto y el poco espacio lo impedía; volviendo a reaccionar ante tan desatinada expresión del reciente egresado de la escuela de la policía recordé una frase que había leído días atrás del escritor de origen español Miguel de Unamuno “Lo que no da la naturaleza, no lo presta Salamanca” (algunas cualidades han de ser innatas, se las puede cultivar pero no adquirir, aunque se asista a un centro de estudios de excelencia) que por supuesto me brindó la calma necesaria para entender lo que acababa de escuchar.

Los últimos días del mes noviembre traían consigo aires navideños, un movimiento inusual se veía en la plaza de la ciudad, tres trabajadores ultimaban retoques en el armado de un árbol de navidad de dimensiones nunca vista en el distrito, niños halando a sus padres para acercarse al árbol artificial, transeúntes pausando su marcha observando, curiosos a un lado murmurando ¿quién estaba a cargo de su armado? 

—¡la municipalidad está a cargo! — manifestó uno de los transeúntes; pero los rumores eran, que no estaba a cargo de la entidad edilicia, sino, que era iniciativa de un vecino con el apoyo conjunto de otros ciudadanos del distrito con la intención de cambiar la imagen navideña y realzar las celebraciones por el nacimiento del niño Jesús. 

— ¡Rosaura Vasconsuelo encenderá las luces! — se escuchó, un grupo de señoras sentadas en una de las bancas de la plaza 

— ¡no, no, no, el alcalde es quien encenderá las luces! — manifestó otra de ellas 

—  ¡ninguna de los dos! — alzó la voz una tercera mujer 

— los vecinos serán los encargados de encender las luces del árbol navideño — recalcó. 

Horas después llegó una caravana de autos y camionetas estacionándose a un lado de la plaza de la ciudad frente a la comisaría; de uno de los vehículos bajó muy raudamente Rosaura Vasconsuelo, con paso apresurado avanzaba conforme las indicaciones de un personaje que caminaba junto a ella quitándole espacio a su sombra y en todo momento le hablaba al oído; tras de ellos un enjambre de seguidores, se pudo ver ex candidatos, gobernantes electos y otros, que, aunque no sabían si llegarían a serlo, su amplia experiencia los hacen conocedores de las formas para conseguir votos. Sin ninguna ceremonia ni tampoco acto protocolar la señora Vasconsuelo encendió el árbol navideño y de manera inmediata se retiró. Ni vecinos organizadores, ni tampoco el alcalde de la ciudad encendieron el árbol, los rumores eran veraces.

Horas antes del encendido del árbol navideño direccioné el auto a la derecha de la vía estacionándome en un pequeño espacio libre al lado de la plaza de la ciudad y frente a la comisaría, sin apagar el motor ya que continuaría la marcha con dirección a mí domicilio; segundos después se acercó un joven policía solicitando que continúe mi marcha ya que estaba prohibido detenerse 

— ¡Avance señor! — dijo el policía, voltee la mirada saliendo de mi entretenido mirar del árbol de Navidad y la casa de Papa Noel inusuales en nuestra ciudad, salude muy cortésmente indicando que ya me retiraría; observé alrededor percatándome que no era el único vehículo estacionado, una fila de motos que superaba la veintena, una camioneta delante de mi ubicación, un camión siniestrado en la parte de atrás, los pocos estacionamientos existentes en ese lado de la plaza siempre están ocupados las veinticuatro horas del día y son de uso exclusivo de autos particulares de algunos efectivos policiales que se han adueñado de los espacios de uso público; aproveché la oportunidad preguntando al efectivo policial a que se debía que desde hace mucho tiempo la calle se había convertido en depósito policial o tal vez municipal, se ha hecho común ver durante largas temporadas vehículos ocupando el frontis de la comisaría haciendo compañía a los vehículos policiales recibiendo como respuesta 

— ¡usted está equivocado señor! — no puedo negar que el efectivo policial era de conversar respetuoso, siempre utilizando el “señor”, indicó que la entidad edilicia le había otorgado los espacios para uso policial.

— ¿cree usted que merecemos vivir de forma desordenada, convirtiendo las calles en estacionamientos de vehículos en desuso? — recibiendo como respuesta y con mucha convicción 

— ¡somos un país subdesarrollado! — pareciese una respuesta memorizada que alguien le impartiera equivocadamente o muy mal entendida; sin ánimos de contradecir lo que acababa de expresar le pregunté si en nuestra condición de país subdesarrollado debíamos permitirnos vivir en el desorden, y, porque ellos siendo autoridad a cargo de la seguridad y orden, preparados en escuelas durante periodos de tres y cinco años eran gestores del desorden

— ¡buenas noches! — le dije al policía, puse marcha en primera y continúe rumbo a mi destino.

¿Qué pasa con la educación?, ¿Porque se tergiversan los conceptos?, ¿acaso nuestros jóvenes de educación superior no pueden interpretar de forma coherente?, ¿tan fácil es utilizar términos para salir del paso?, ¿de qué forma preparan a las personas que puedan impartir seguridad y orden en la ciudad?; espero que sea el caso aislado de un mal alumno del curso de economía, sociología, actualidad y lengua; debieron hacerle llevar los cursos nuevamente, ¡Ufff! Muchos deberían de llevar nuevamente los cursos, o ¿deberían de cambiar de profesores?   

La condición de país es consecuencia de décadas de malos gobiernos y pésimos gobernantes, ese querer llegar a ser gobernantes para satisfacer beneficios y apetitos personales ha imposibilitado asomar la cabeza hacia el desarrollo; acaso somos incapaces de encontrar la ruta para lograr un distrito mejor, una provincia sobresaliente, una región destacada un país desarrollado. No cansaré de expresar la falta de intención de nuestros gobernantes, la mayoría actúa como el depredador salvaje donde la presa son las arcas del estado y la muerden incansablemente desapareciéndola en su totalidad; acaso aún son incapaces de darse cuenta que se están llevando de encuentro generaciones enteras y en el egoísmo que los apresa pensarán que el beneficiarse obteniendo seguridad económica les otorgara vida eterna.

Es bueno recordar a los gobernantes, que la ciudadanía los elige como administradores del recurso público, con la esperanza que se brinde un buen uso de ellos, buscando el progreso y el desarrollo, donde los ojos y la vista tiene que estar orientada a ser cada día mejor, dejen ya de actuar como cofradías del mal restándole importancia a nuestras generaciones futuras, dejen ya de actuar de espaldas a la ciudad y a los ciudadanos, aquellos que se valen de todo y de todos para alcanzar el poder ingresando a una lucha titánica para ganar, repitan ese esfuerzo para lograr el desarrollo de nuestra comunidad.   

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