GANAR... NO INTERESA COMO...
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Publicado en 29/11/2022

GANAR... NO INTERESA COMO...

— ¡Ananau, Ananau! —  gritaba Don Gavino Apaza tirado a un lado del camino de tierra que lo llevaba a su pequeña parcela; retorciéndose de dolor el migrante huancavelicano quien junto a sus padres asentaran raíces en el valle de Cañete durante la época de la reforma agraria a finales de los sesenta, dedicados a las labores agrícolas que hasta la fecha desempeña con sus ya ochenta y cuatro años; delgado y pequeño de estatura, siempre con sombrero para protegerse de los rayos solares y de la tierra; intentaba pararse cayendo nuevamente, su sombrero había rodado hasta él pequeño canal de regadío, navegando rápidamente como un barquito de papel, desapareciendo al poco tiempo. Con el rostro embarrado de una mezcla de lágrima, sudor y tierra hacían parecer que llevase una máscara, pasaron varios minutos cuando en el fondo del camino se veía venir un grupo de personas quienes al darse cuenta la presencia de alguien tirado en el suelo gritando de dolor corrieron hacia él auxiliándolo.

 — !Es don Gavino! — exclamo uno de ellos

— ¡levántenlo, levántenlo! — en cada intento de ponerlo de pie Don Gavino mostraba dolor, en los tres intentos por levantarlo resultaron imposibles, tomando la decisión de recostarlo, inmediatamente uno de ellos fue a dar aviso a sus familiares en su vivienda ubicada a no más de ochocientos metros del lugar; fue necesario una movilidad para trasladar a Don Gavino

— ¿Qué te paso papá? — preguntó su hija; recostado en el asiento trasero del auto estaba don Gavino, aún adolorido balbuceaba con frases cortas que había tropezado con una piedra y buscando evitar caer al canal no se percató de un hueco en el camino ingresando su pie en el torciéndose bruscamente la rodilla. El auto encaminó hacia la ciudad con dirección al hospital donde le indicaron que no había especialista para esa dolencia; buscaron desesperadamente algún traumatólogo en la clínica del doctor Canula sin ninguna fortuna, el chofer del auto indicó la posibilidad en la clínica InklaSuyo. Don Gavino Apaza en esa mezcla de castellano y quechua le decía a su hija que sentía mucho dolor

—vamos ya a la clínica Inklasuyo— indicó la hija; ya a las afueras de la clínica consultaron al personal de seguridad si había especialista en traumatología a lo que recibieron una respuesta afirmativa, raudamente trajeron una camilla donde trasladaron a Don Gavino hacia el consultorio, una enfermera en la puerta le pregunta a su hija los pormenores de lo sucedido — un momento esperen por favor — dijo la enfermera ingresando al consultorio, casi al instante sale indicando que había que tomarle una radiografía de la parte afectada para poder evaluar — son las indicaciones del doctor, vaya a caja y pague, yo llevaré al paciente a la sala de rayos X, allá me dá el alcance con el comprobante de pago — replicó la enfermera.

— ¡Ananau, Ananau! —  se quejaba Don Gavino, la enfermera le pedía calma indicando que ya el Doctor lo atendería, pero primero tenían que tomarle la radiografía de la rodilla. Ya con el rostro limpio de la mascarilla de tierra, sus ojos cargados de lágrimas denotaban el intenso dolor que sentía... entró a la sala donde se toman las radiografías procedieron a retirarle el pantalón y — ¡OH SORPRESA! — tenía la rodilla tan hinchada que parecía una manzana; quince minutos después ya con la placa radiográfica en manos de la enfermera retornaron al consultorio de traumatología para la evaluación del médico.

—¿Déjame ver papito que te ha pasado? —  indicó el médico agarrando la placa y observándola a trasluz, volteaba la mirada observando a la hija de Don Gavino, volvía la mirada a la radiografía y volteaba nuevamente mirando a la hija del paciente, con un lapicero dibujaba circulos sobre la radiografía moviendo la cabeza en forma de negación y dando a entender que la situación no era muy buena

— ¡siéntate hijita! — invitó el médico a la hija de Don Gavino explicándole en términos médicos totalmente inentendibles y que finalmente resumió en una rotura de tendón de la rodilla donde era urgente y necesaria una intervención quirúrgica y de esa manera evitar que el paciente quede lisiado de esa pierna y el uso eterno de muletas o tener que trasladarse en silla de ruedas debido a su avanzada edad. El médico ofreció hacerse cargo de la cirugía en la misma clínica y todo dependía de las posibilidades para poder costear la operación, indicando todo lo que cubriría la intervención quirúrgica, la sala de operaciones, anestesiólogo, medicinas, eso sí, la operación se realizaba de forma ambulatoria, el día que te operan, ese día tienes el alta médica y descansas en tu domicilio.

— ¿Cuánto es el costo de la operación? — pregunto la hija, el médico con la mano derecha se tocó la barbilla indicando que el costo de la intervención quirúrgica y todos los servicios médicos indicados ascendían a la suma de veinticinco mil soles 

— es un precio bastante cómodo por ser al contado — replicó el médico. Sin salir de su asombro que ocasionó que trague saliva la hija se acercó a Don Gavino diciéndole al oído lo que el traumatólogo había manifestado 

— una vez cancelado procedemos con la intervención, son políticas de la clínica — volvió a indicar el médico, recordando que ese tipo de intervenciones se realiza a prontitud para evitar complicaciones, este se acercó a su escritorio cogiendo un recetario, volvió a mirar a la hija de Don Gavino indicando que antes de venir para la realización de la operación tenía que tomarse una resonancia magnética en la clínica del doctor Puíto, haciéndole propaganda acerca de su buen servicio y de sus precios bastantes asequibles.

— vamos a ver la forma de conseguir el dinero y volvemos — le dijo la hija al médico, este le alcanzó una tarjeta personal indicando que apenas tenga el dinero para realizar la intervención se comuniquen vía telefónica para hacer los preparativos correspondientes. Cuando ya se retiraban del consultorio se acercó a ellos indicando que lleve a su papá o pida otra opinión alcanzándole la dirección de otro especialista; volvieron al auto trasladándose al consultorio del otro especialista, ya allí mencionaron todo lo que había indicado el especialista de la clínica Inklasuyo sobre la supuesta rotura de tendón y la urgente cirugía que necesitaba

— vamos a evaluar — indicó el especialista pidiendo que el paciente se recueste en la camilla, solicitando la radiografía y resonancia respectiva, recibiendo como respuesta que solo le habían tomado placa de rayos X. En la experiencia del especialista la decisión de una cirugía había sido acelerada, una placa radiográfica no cerciora una lesión de tendón, evalúo con detenimiento al paciente, labor que no había realizado el médico en la clínica Inklasuyo, y, en una opinión totalmente diferente solo indicó terapias para la rodilla y medicinas para controlar la inflamación y el dolor, un par de semanas con las terapias y ejercicios hicieron con Don Gavino Apaza vuelva a sus labores de campo, sin ninguna necesidad de entrar a sala de cirugías.

Se ha vuelto común escuchar este tipo de casos, médicos que direccionan a cirugías con la única intención de “ganar, no interesa como”... muchos profesionales de la medicina se han vuelto extremadamente mercantiles, a quien no se encuentra enfermo le inventa enfermedades y a quien verdaderamente lo está, les indican que están al borde de la muerte con el único de objetivo de “ganar, no interesa como”. Médicos que prestan labores en centros de salud y hospitales públicos, pero en la desvergüenza total improvisan consultorios en casas vecinas. Podremos observar una gran cantidad de médicos que trabajan en algún centro de salud público, pero con total desparpajo indican a sus pacientes que podrían atender con más paciencia en su consultorio privado que está aquí muy cerca, solo a unos metros. Profesionales de la medicina totalmente ariscos en los establecimientos del estado, pero muy amables en sus consultorios privados.

La medicina ni sus profesionales han escapado de la ambición y angurria del dinero, las alianzas existentes entre médicos y farmacias, entre médicos y laboratorios, entre médicos y salas de toma de resonancias magnéticas y todo convenio que les deje muy jugosas comisiones están desvirtuando la profesión médica y muy alejados de su juramento hipocrático, pero, dejemos en claro que no tiene nada de malo que se remunere por un servicio médico, se remunera el conocimiento, el sacrificio y el haberse preparado para desempeñar la labor médica, pero, estamos muy distantes a inventar enfermedades, a inventar lesiones con necesidad de intervenciones quirúrgicas que muchas veces terminan en una mala praxis de los que nadie se hace responsable, la indolencia existente es mayúscula, muchos médicos aprovecha de la necesidad de salud para “ganar, no interesa como”, pero no podemos dejar de felicitar y agradecer aquellos profesionales de la medicina que hacen honor a su profesión, aunque son poquísimos, existen, pero su labor se ve opacada por aquellos profesionales médicos que en un desinterés total al prójimo son capaces de crear malestares en la salud y de esa forma ganar dinero,  “ganar, no interesa como”, en una acción vampiresca porque finalmente ambos chupan vidas.

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